El trompeta
El no volvía la cara nunca y sonreía
en su puesto fijo y para él,
inviolable esquina,
un escaparate en ruinas;
trompeta,
caja de madera y plato.
Huérfano de alguna orquesta
o banda musical de barrio…
¡Día y noche hacia su guardia!
No era Broken Wing, bajo las estrellas
en un escenario plaza
llena de aplausos consabidos,
era la indigencia,
el hambre,
que tocaba una trompeta sentada
en una caja
salpicadas de húmedo rocío nocturno;
caballo y cocaína,
y una botella de DYC
que se bebía
trago a trago robado…
Así eran las noches menos frías
y a veces, ¡muchas veces! las creía
de un diferente exótico color…
Probabilidades;
Pero una mañana unos colega
Comentaban:
Cien contra uno de que aquí
pondrán una nueva caja de ahorros,
y ninguna probabilidad
que el trompeta resucite y reclame…
¡Yo y mi acordeón, se queda en este sitio!
El último viaje
Quizás otro José y otra trompeta
toquen en las noches frías de invierno
que nos saque de la monotonía
y el tedio,
con aquellas melodías
de, María la portuguesa
y algún pasodoble con errores
ante la mirada inquieta
de algún vecino temeroso y su moneda.
Yo, nunca le oí cantar,
su pecho y su garganta
siempre la dedicó al soplo,
hablar lo necesario con la trompeta.
Murió de cáncer
sentado en su banco de siempre
con su instrumento
solo y sus soledades.
No fue distinto a otros amigos
a los que yo mismo predije sus finiquitos
¡Caja barnizada de cartón y cruz!
pero no hay vuelta a tras
ni atajo
para retornar a la salud,
cuando un bohemio decide
bajar del tren del mundo
¡Vivir en el filo de un cuchillo!
Tal cual y en su banco de siempre,
Cara a la luna
o el claro amanecer
frío de invierno
y estoy seguro; pensando en el infierno,
aunque él nunca creyó en Dios,
murió el trompetas…
Morir así no es malo ni es bueno
es morir diferente en Badajoz,
¡No denuncio ni señalo!
nada tiene importancia
y mucho menos la muerte
de un indigente sopla trompetas perdido.
en el mundo de la música y las drogas
Badajoz a tanto de tantos
José Manuel Ferrera Boza