LA ESPERANZA
Declaramos abiertamente renegar
de nuestras creencias
y cuando llega el momento
de la imposibilidad del socorro,
la certeza de la ida sin regreso
de la persona amada,
¡Todos sabemos de esa herida!
¿No es ese
dolor como una bala
que atraviese el corazón
y muerde y desgarra el alma?
¡Pues llegado
ese momento!
comprendemos
lo infinitamente pequeños,
¡Menos que un suspiro es el hombre!
y nos aferramos a la religión
o creamos egoístamente
un nuevo dios,
y lo adoramos
¡como si en verdad existiese!
una santa mano amiga
¡Para
salvar o salvarnos!
Hay
gente que se declara atea,
y yo, estoy seguro que mienten…
Badajoz a tanto de tantos
José Manuel Ferrera
Boza.